Ahí estaba ella. Con un vestido azul, cerca del pueblo. Rodeada de niños nada más bajarse del coche oficial en la céntrica calle de Fuencarral. Sonriendo, claro, siempre sonriendo. Y no era para menos, pues repartiendo besos a diestro y siniestro a todo el que se le acercaba, siendo como era la Noche de los Teatros, parecía la mismísima Ava Gardner paseándose por Cannes o Venecia momentos antes de recibir algún premio... y que me perdone, claro está, Ava Gardner. Pero es que la tarde marchaba perfecta para la presidenta madrileña: descuentos del 50% en todos los teatros de Madrid, actuaciones en directo en algunas zonas peatonales del centro, cultura por doquier y baño de multitudes.
Lamentablemente, todo se torció cuando un grupo de espontáneos -entre los que se encontraban los propios actores, que habían participado o acompañaban a las compañías que desarrollaban las actuaciones callejeras- empezaron a aglomerarse en torno a la Aguirre y gritar: "¿Cómo se atreve a venir aquí?", "¡Fuera, fuera!", "fascista", "¡educación pública!", "¡sanidad pública!", "¡no a la privatización!" o "Aguirre te quiero, Aguirre te adoro, tengo tu foto en el inodoro".
La gente fue dejando de contemplar las actuaciones callejeras para perseguir a Aguirre, calle arriba, con gritos e insultos, mientras ella y sus acompañantes -como el consejero de Cultura, Santiago Fisas- mantenían la compostura con una tensa sonrisa. Aguirre hacía gestos de no poder escuchar lo que le decían, dado el griterío de la multitud. Algún paseante intentó en vano aplaudir a la presidenta, pero los gritos de público y actores lo hacían imposible. Sólo llevaba diez minutos en Fuencarral y era evidente que no podría estar allí mucho tiempo... la estaban echando a voces.
El momento culminante de esta "obra de teatro" improvisada se produjo cuando la presidenta atisbó el coche oficial que la de la calle Fuencarral. Rodeada de toda su escolta y ya con la puerta abierta del vehículo, se dio la vuelta con las manos en alto dirigiéndose a uno de los actores que la perseguían, y le gritó con mucha chulería madrileña (según Patricia Ortega Dolz, de El País): "¿Qué quieres? ¿Qué quieres?". En seguida, revuelo de guardaespaldas, políticos y miembros de la comitiva, pero el actor siguió gritando, acompañado de los suyos, hasta que Esperanza se dio la vuelta con un aspaviento y se metió en el coche para desaparecer como una exhalación.
Lamentablemente, todo se torció cuando un grupo de espontáneos -entre los que se encontraban los propios actores, que habían participado o acompañaban a las compañías que desarrollaban las actuaciones callejeras- empezaron a aglomerarse en torno a la Aguirre y gritar: "¿Cómo se atreve a venir aquí?", "¡Fuera, fuera!", "fascista", "¡educación pública!", "¡sanidad pública!", "¡no a la privatización!" o "Aguirre te quiero, Aguirre te adoro, tengo tu foto en el inodoro".
La gente fue dejando de contemplar las actuaciones callejeras para perseguir a Aguirre, calle arriba, con gritos e insultos, mientras ella y sus acompañantes -como el consejero de Cultura, Santiago Fisas- mantenían la compostura con una tensa sonrisa. Aguirre hacía gestos de no poder escuchar lo que le decían, dado el griterío de la multitud. Algún paseante intentó en vano aplaudir a la presidenta, pero los gritos de público y actores lo hacían imposible. Sólo llevaba diez minutos en Fuencarral y era evidente que no podría estar allí mucho tiempo... la estaban echando a voces.
El momento culminante de esta "obra de teatro" improvisada se produjo cuando la presidenta atisbó el coche oficial que la de la calle Fuencarral. Rodeada de toda su escolta y ya con la puerta abierta del vehículo, se dio la vuelta con las manos en alto dirigiéndose a uno de los actores que la perseguían, y le gritó con mucha chulería madrileña (según Patricia Ortega Dolz, de El País): "¿Qué quieres? ¿Qué quieres?". En seguida, revuelo de guardaespaldas, políticos y miembros de la comitiva, pero el actor siguió gritando, acompañado de los suyos, hasta que Esperanza se dio la vuelta con un aspaviento y se metió en el coche para desaparecer como una exhalación.
The End
Vídeo e información sacada de El País
Qué momentazo!
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