sábado, 28 de marzo de 2009

Asfixia por exceso de fe

Los designios de Dios son inescrutables. Sobre todo los Dios padre, Alá y Yaveh.

El uno incita a sus seguidores a atacar a los infieles, así se hallen en sus propias tierras y encerrados en sus casas: lo sabemos desde la Biblia, cuando hacían señales de sangre pintadas las puertas para saber a quien no matar, pero nos lo recuerdan a diario con bombas incendiarias y tiros disparados sobre niños, quizá porque creen que más vale prevenir que curar.

El otro, el de los islamistas, guerras aparte, se dedican todos los años a montar unas peregrinaciones a La Meca en las que nunca faltan los muertos y heridos por aplastamientos.

Ahora, el Papa, jefe de una Iglesia que no se ha privado de matar a troche y moche a lo largo de su la larguísima Historia aplicando aquella cruel filosofía antialbigense (“Matadlos a todos, que Dios reconocerá a los suyos”), debe de tener cierta nostalgia de esas carnicerías propias de colegas y organizó en el estadio de fútbol de Luanda (Angola) una concentración de masas en la que, a todas luces, no cabía tanta gente como la convocada. De modo que los asistentes se aplastaron todo lo quisieron –o no– y aquello acabó con dos mujeres muertas y decenas de heridos.

Lo más llamativo es que el Papa, ante la barbaridad de la tragedia sucedida, volvió a perorar sobre la ventajas de la castidad, el matrimonio y en contra del espiritismo (como si lo suyo fuera materialismo de la más pura cepa) y no dijo ni palabra sobre la asfixia por exceso de credulidad.

Columna de Javier Ortiz en Público.

3 comentarios:

  1. Hola de nuevo... Muy buena esta entrada! Desde luego, echaremos de menos este ojo crítico. ¿Qué te parecería si hiciera un link a esta entrada tuya dentro de mi texto sobre él? ¿Te parecería buena idea?

    Un abrazo

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  2. Me parece muy bien. Todo un orgullo para mí. Puedes poner tantos links como quieras Susana.

    Un abrazo y hastala próxima... de nuevo.

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  3. Ya está hecho! Muchas gracias!

    Un abrazo

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