Una Odisea Espacial, 2001 (Arthur C. Clarke). Escrita por uno de los más grandes novelistas de ciencia-ficción de la historia (junto a Paul Anderson, Isaac Asimov, Ray Bradbury, etc.), esta atípica novela se gestó el día que Stanley Kubrick le pide ayuda a Clarke para la realización del guión de la peli, del cual nació despuésla novela. Clarke y Kubrick "compusieron una historia que abarca la evolución completa de la humanidad, desde el proceso de homonización de los primates en algún lugar de África, hasta el estadio Posthumano que alcanza David Bowman al cruzar la Puerta de las Estrellas y que le conduce, por mutación biológica, a un estadio superior de la evolución.[...] En el curso del montaje, Kubrick realizó varias supresiones, por lo cual la novela que Clarke escribió a partir del guión original, editada en este volumen, ofrece algunas diferencias importantes respecto al filme. Las más significativas aparecen en la última parte, la cual en el filme tiene cierto carácter esotérico y ambiguo que da pie a equívocas interpretaciones místicas, mientras que Clarke explicita bastante en su novela la toma de contacto de Bowman con la Inteligencia superior y aclara el episodio de la suite del hotel", asegura el prólogo. A ver si es verdad, porque recuerdo el final de la peli algo confusa.
Mirar (John Berger). De este crítico de arte inglés al que conocí a través de “Los cínicos no sirven para este oficio”, de Kapuściński, al que, según dice, la lectura de esta obra le cambió la vida, ayudándole incluso en sus viajes. Un libro sobre la experiencia de mirar el arte (pinturas y fotografías) o la propia naturaleza a través de las experiencias personales y el mundo real.
Últimas lecturas
10. - Otelo (William Shakespeare). Otra gran obra de Shakespeare, a la altura de Hamlet y Macbeth. Creo que no voy a parar hasta leerlas todas. El personaje de Yago creo que es irrepetible. El manipulador perfecto (y no algún amigo mío), con mil caras, una lengua viperina y una psicología increíble. Como un cubo, pero de mil caras, algo que también ocurre en alguno de los otros personajes, como el mismo Otelo “el Moro”. Son los celos llevados a la máxima expresión de una forma magistral. Más que recomendable y muy entretenido.
9. - 1984 (George Orwell). Llevo años con este libro en la estantería desde que me lo regalo mi amiga Martina. Maldigo la hora en que dejé que se lo comiera el tiempo. Creo que esta novela estará en el top de mis libros favoritos mucho tiempo. Con su idea del “Gran Hermano” que todo lo ve y controla, el autor construye un mundo imaginario (¿cuánto?) de una forma tan minuciosa que hasta podemos sentir que es real. Unos personajes peculiares, tan esperpénticos como perfectos. Unas descripciones muy buenas, sobre todo aquella en la que Orwell nos cuenta los interminables días (o meses) de tortura a los que es sometido el protagonista, Winston, para que entre en “El Partido” (que bien podría recordara la época nazi o franquista). Me he metido tanto en la historia, que mi cabeza iba por delante, buscando mi final ideal... que no llegó.
8. - Un día más con vida (Ryszard Kapuściński). Sencillamente extraordinario. Un reportaje “emocionante” sobre las vivencias del reportero polaco durante la guerra civil y posterior independencia de Angola. Sin duda el mejor de los tres libros de Kapuściński que he leído hasta ahora. Con un lenguaje muy sencillo, el autor describe de forma conmovedora la desintegración de Luanda y sus aventuras posteriores, yendo de un frente a otro con una actitud poco propia de los (cautelosos) corresponsales de entonces. Los esfuerzos por contactar con su agencia y los teletipos que les envía, donde casi podemos sufrir en carne propia su soledad, son impresionantes al igual que la familiaridad que adquiere con algunos de los personajes. Cuando me acercaba al final (conmovedor hasta la medula) no quería que acabara. Deberías leerlo si aún no lo habéis hecho.
7.- Macbeth (William Shakespeare). Segunda obra que me leo de “El Bardo de Avon” (si se me permite la pedantería). Como en “Hamlet”, aquí también me enganché desde el primer acto, con la aparición misteriosa de las tres brujas, las “Hermanas Fatídicas”. A partir de ahí, el autor construye un enorme castillo psicológico de ambición en torno a Macbeth y Lady Macbeth, que no dudan en cargarse al buen rey y algún amigo para hacerse con el trono. Tramas y subtramas por doquier perfectamente entrelazadas, donde no deja de lado el remordimiento de los personajes (representado con apariciones espeluznantes). Un lucha entre ambición y remordimiento donde siempre gana la primera (cuantos políticos representados). Otra que hay que leer sin ninguna duda.
6. - El Aleph (Jorge Luis Borges). El que al principio me pareció que utilizaba un lenguaje y referencias algo espesas, ha terminado por ser algo parecido al libro de relatos perfecto. Sólo un par de ellos me dejaron indiferentes (“Los teólogos”, quizás), porque la gran mayoría son cuentos preciosos, llenos de misterio y magia con un lenguaje tan rico que a veces parece poesía. Para enmarcar, por ejemplo, relatos como “El inmortal” (“Israelitas, cristianos y musulmanes profesan la inmortalidad, pero la veneración que tributan al primer siglo prueba que sólo creen en él, ya que destinan todos los demás, en número infinito, a premiarlo o castigarlo”), “El muerto”, “Historia del guerrero y la cautiva”, “La casa de Asterión”, “Deutsches réquiem” (“Morir por una religión es más simple que vivirla con plenitud [...]; un acto es menos que todas las batallas de un hombre”), “Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto”... vamos, ¡que todos!
5. - La Rebelión de las cosas (Isaac Risco). Libro de relatos de mi amigo el “Pelucho”, que apuntan a una futura novela, o eso espero algún día. He cometido el error, por desgracia para mi amigo, de leérmelo al mismo tiempo que El Aleph de Borges, y claro... Sin embargo, Isaac escribe muy bien, apunta alto y, en su libro, encontraremos relatos tan interesantes y entretenidos como “El hallazgo del Álamo”, “Historia de un río” o “Terror de rosas”.
4. - Los cínicos no sirven para este oficio (Ryszard Kapuściński). Otro libro interesante del “mejor reportero del mundo”, sobre el trabajo del periodista, sus dificultades, sus reglas y sus vicios. Lo puede (debería) leer cualquier persona interesada en la actualidad, ya que encontrará algunas frases para enmarcar, sobre todo en la1ª y 2ª parte: “Los medios sólo están interesados en competir entre ellos y todos acaban contándo las mismas informaciones. No miran la realidad, sólo la competencia”. En la 3ª, un encuentro con el crítico de arte John Berger, creo que flojea un poco (con algún comentario de Kapuściński sobre el crítico que, sin embargo, ha hecho que me compre un libro de suyo, “Mirar”. Lo leeré más adelante).
3. - Ébano (Ryszard Kapuściński). Muy bueno. El libro ideal para empezar a leer al reportero polaco, para “viajar” por los lugares más atípicos de África. Con un lenguaje muy sencillo e rico a la vez, cuenta situaciones extraordinarias, dignas de leer. Un mosaico de momentos e “imágenes” del continente africano a través de las vivencias de Kapuściński, que, sin embargo, me dejó cierta sensación de insatisfacción en algún momento, debido a la frustrante idea de que que cada capítulo hubiera mereciera un libro.
2. - Nueve Cuentos (J.D. Salinguer). Recomendable. Algún relato te deja con cierta insatisfacción, pero tiene otros realmente buenos, como, por ejemplo, “Un día perfecto para el pez plátano”, “Linda boquita y verdes mis ojos”, “Para Esmé, con amor y sordidez” o “Teddy”. Pero tiene, sobre todo, unos diálogos increíbles en los que quedan reflejados unos personajes interesantes, por peculiares.
1. - Hamlet (William Shakespeare). Impresionante. Lamento que mi primera lectura de Shakespeare haya llegado tan tarde. Engancha desde el primer acto, cuando Horacio le pregunta a Bernardo, “Decidme, ¿volvió a aparecerse eso esta noche?”, y Marcelo comenta que ha suplicado a Horacio “que haga guardia con nosotros esta noche, pues ha de dar crédito a nuestros ojos y hablarle si este espectro volviera a aparecer”. En definitiva, una trama perfecta y unos personajes perfectos, llenos de matices.
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